11 de junio de 2013

Meditación, sociedad y creatividad

Parte I. Meditación.

Cuando mi hijo Iago tenía menos de cuatro años me preguntó qué era un minuto, ya que le acababa de decir que tendría que esperar unos minutos por algo que me pedía. Como era un niño muy charlatán le propuse un juego: Le dije que desde el momento en que yo dijese "ya" empezaría a contar un minuto y no podría hablar hasta que le avisase, aquel momento de silencio sería un minuto. 
Al inicio del juego se quedó, además de callado, prácticamente inmóvil, como esperando a que pasase algo especial, mirando intrigado alrededor. Al cabo de unos segundos, no había pasado el minuto, acercó lentamente su cara a mi oído y me susurró: "¿falta mucho?"

Este momento se me vino a la mente hace unos pocos días, cuando comencé a leer un libro sobre meditación (Lawrence LeShan. 2009. Cómo meditar. Barcelona: Kaíros). En el segundo capítulo el autor propone el siguiente ejercicio para comprender someramente de qué se trata esta práctica:
"[...] se trata simplemente de contar las respiraciones en silencio. Se cuenta «uno» para la primera, «dos» para la segunda, «tres» para la tercera, «cuatro» para la cuarta y, llegados ahí, se comienza nuevamente a partir de «uno». Se seguirá repitiendo este mismo proceso hasta que hayan pasado los quince minutos.
El objetivo que se persigue es hacer simplemente eso y nada más. Si aparecen otros pensamientos (que aparecerán) acepta simplemente el hecho de que estás apartándote de las instrucciones y devuelve de nuevo tu atención, suave pero firmemente, al hecho de contar. No importa que otros pensamientos, sentimientos o percepciones aparezcan durante los quince minutos prescritos; tu misión es simplemente contar respiraciones, así que debes tratar de hacer solamente eso. Hacer o ser consciente de cualquier otra cosa durante este lapso de tiempo es desviarse de la tarea fijada." (pag. 26)
Efectivamente realicé la prueba y como adelantaba LeShan pronto comenzaron a cruzar por mi mente pensamientos intrusivos que no era (soy) capaz de controlar. Al parecer se requiere mucha práctica diaria (hablamos de meses) para lograrlo. Lo que pone de manifiesto esta simple demostración empírica, al menos en mi caso, es que no controlo mi consciencia. Ya lo sospechaba, pero el punto hasta que no la controlo es mucho mayor de lo que pensaba. Podemos encontrar una buena metáfora extraída de los escritos de Platón de lo que supone todo esto:
"[Platón] comparaba la mente del hombre con un barco en el que los marineros se han amotinado encerrando al capitán y al piloto en sus camarotes. Los marineros creen ser perfectamente libres y dirigen el barco como a cada momento les parece. Durante un tiempo, uno de los marineros toma el mando, después otro y así sucesivamente; de esta manera, el barco viaja errante sin rumbo definido pues los marineros no sólo no consiguen dirigir el barco hacia un punto determinado sino que ni siquiera consiguen ponerse de acuerdo sobre cual deba ser ese punto." (Ibid. Pag. 27)
¿Quien lleva el timón de nuestra mente?

No voy a profundizar en el tema de la meditación, porque soy un ignorante, pero desde una perspectiva psicológica me pregunto: ¿qué son esos pensamientos intrusivos? ¿cual es su origen? ¿debemos controlarlos?  ¿puedo controlarlos? 
Si alguno de vosotros intenta realizar el ejercicio anterior, descubrirá que esos pensamientos son como complejas estructuras etéreas comprimidas en sombras de palabras, ideas vagas que aparecen y se esfuman, coincidiendo de una manera extraordinaria con la metáfora de Platón, escrita hace miles de años. Esto me induce a pensar que se trata de un fenómeno universal en la humanidad y que probablemente esté relacionado con el fenómeno del lenguaje, ya que en mi caso los intrusos llegan acompañados de palabras. Es probable que esto se pueda observar desde muy temprano en los niños, el ejemplo de mi hijo quizás esté relacionado. Estos barruntes me llevan ineludiblemente a la psicología del desarrollo (Piaget y Vygotsky), si el inicio de este tipo de pensamientos se encuentran en todos los humanos es posible que aparezcan en los estudios de los pioneros en el descubrimiento de la génesis y desarrollo del pensamiento humano. Pero lo dejo para otra entrada, ya que es un tema complejo y por ahora me parece importante reflexionar más sobre la meditación y la incontrolabilidad de nuestra propia mente.

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