29 de abril de 2011

La imaginación al poder (o "del poder de la imaginación")

Imaginar:  (Del lat. imagināri)  tr. Representar idealmente algo, inventarlo, crearlo en la imaginación. 

Viendo como mi hijo mayor (tiene seis años) se comía un helado de chocolate, un barrunte asomó a mi imaginación, poco a poco ese barrunte se fue transformando en una idea que a pesar de ser bastante evidente nunca se me había ocurrido.

Pero antes de compartir esta revelación, trateré de reconstruir el proceso que me hizo llegar a ella (creo que esto en psicología se llama introspección). Creo que lo primero sería explicar como Iago se comía su helado: se trataba de una bola en una pequeña tarrina de cartón. Armado con una de esas escuálidas y ridículas cucharillas de plástico del tamaño de una uña, trataba de hacer mella en la mole marrón todavía dura y congelada. Pronto la actividad de comer el helado se volvió secundaria y lo divertido era conseguir arañar unas pocas raspaduras de chocolate que llevarse a la boca. Al cabo de un minuto o dos, la bola se había convertido en una montaña y algún ser diminuto (o quizás un alter ego de mi hijo) gritaba en falsete: "Socorro, ayuda...". El caso es que, por lo que puede deducir (no quise preguntar para no romper el encanto del momento), aquel "ente" invisible se encontraba atrapado en el interior de la montaña de chocolate y trataba de escapar antes de que se lo tragara el pringoso glaciar. Entre grito y grito la uña de plástico (ahora era gigante en comparación con el diminuto ser), iba arañando ingentes cantidades de helado y en unos minutos había dado buena cuenta de la bola. Acto seguido todo terminó, se levantó y se fue a jugar imaginando quién sabe qué nueva aventura...



15 de abril de 2011

La riqueza interior


“Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les  sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres
--no cajas de  caudales
ni perchas desoladas--,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de  fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.”

Oliverio Girondo
Persuasión de los días




He de reconocer que no soy muy aficionado a la poesía, no suele decirme mucho más allá de las palabras que leo (¿falta de sensibilidad?), no lo se. Lo cierto es que me suele decir mucho más un buen relato corto o algún pasaje en medio de una novela, que un poema.
Aún así,esté ha llamado mi atención. Tal vez sean las metáforas evidentes y su lenguaje claro y cristalino como el agua, pero sobre todo me ha gritado su mensaje.
Eso sí, cuando vi que fue escrito en 1942, ya me vi en la obligación de publicar esta entrada en el blog...
Setenta años... una generación... decenas de guerras después seguimos sin poder querer descubrir nuestra jodida y enorme riqueza interior...
Puta televisión...

7 de abril de 2011

Darwin lo cambió todo

Los barruntes de Darwin iniciaron una nueva era: la era de la evolución y el naturalismo. 

Charles Darwin, uno de mis héroes.

Un buen día (el 27 de diciembre de 1831) emprendió un viaje que cambiaría su vida y de paso la forma de vernos a nosotros mismos para siempre. El Charles Darwin que partió a bordo del Beagle, era un hombre religioso que incluso llegó a plantearse el ordenarse clérigo anglicano. Casi cinco años después, arribó a Falmouth con una semilla en la cabeza de la que no lograría liberarse jamás. Una semilla que fue cultivando con estudios y le llevó, casi con toda seguridad, a una terrible lucha interna dónde se debatían sus barruntes acerca de las conclusiones de los datos recogidos y sus creencias religiosas (y las de su mujer, por cierto).

Después de aquello, nada volvió a ser como antes. Ni para él, ni para nosotros. El tsunami que provocó en la conciencia global todavía está llegando a nuestras mentes y la mayoría de la población ni lo sabemos. En mi modesta opinión deberíamos de contar los años desde el 1859, año en que finalmente dio el tan temido (o largamente reflexionado) paso de publicar su libro "El origen de las especies", azuzado por la perspicacia de Alfred Russel Wallace, que había alcanzado las mismas conclusiones con sus propios barruntes.

Ejemplar de la primera edición de "The origin of species"

2 de abril de 2011

¿Por qué "barruntes"?

Barruntar:  (Del lat. promptare, descubrir)  tr. Prever, conjeturar o presentir por alguna señal o indicio.

No se me ocurre un nombre mejor para definir lo que este blog pretende ser, sobre todo la acepción de conjeturar o presentir por indicios. Además de contribuir un poco a mantener viva esta palabra, pues al parecer, ha sido catalogada como palabra en peligro de extinción.

Lo de "presentir por indicios" me recuerda enormemente a Platón, con quien coincido en muchas ideas (en otras no, claro), y que probablemente con seguridad irá apareciendo en posteriores entradas. En el archiconocido mito de la caverna nos dice que solamente podemos ver (o intuir) una sombra (o indicio) de la verdadera realidad, y esta exactamente es la impresión que tengo en ciertos momentos en que algo (puede ser una imagen, o una pregunta de mi hijo Iago, una noticia...), pulsa una especie de interruptor en alguna parte de mi y ahí comienza todo. En un instante todo un torrente de especulaciones se agolpan en mi cabeza para ser pensadas...

Esta podría ser mi cabeza...
Imagen: Kate D. MacDowell